Nueva cumbia chilena

Nueva cumbia chilena

domingo, 22 de septiembre de 2013

Cumbia a la chilena

Exótica y ajena a nuestra identidad tradicional, la cumbia llegó en los años 50, se chilenizó y hoy es la gran protagonista de nuestras fiestas.

por Verónica Waissbluth* - 19/09/2013
En septiembre de 2011, la alcaldía de Ñuñoa prohibió tocar ritmos "no chilenos de raíz folclórica" en las ramadas municipales. Fue un desastre para los fonderos y una afrenta para el público. "Han llegado a lanzarnos botellazos", indicaban los locatarios. "Es que la cumbia es una tradición en Chile", fue su reflexión.


Tenían toda la razón: cuatro de los 10 discos nacionales más vendidos del siglo XXI en Chile corresponden a ese género (tres de Américo y uno de Chico Trujillo), según datos de los sellos Sony, Universal, Feria, Oveja Negra y Master Media. "Llevamos más de medio siglo bailando cumbia", señala el musicólogo Juan Pablo González, director del Instituto de Música de la Universidad Alberto Hurtado, llamando la atención sobre el "capítulo chileno" de este ritmo.

Probablemente, según González, lo adoptamos por carecer de una expresión musical urbana que nos aglutinara y que construyera memoria. "Como el tango argentino, ese tipo de manifestación surge en los enclaves marginales de la ciudad. Pero nuestra identidad musical se construyó en torno al mundo rural, y nuestros obreros no estaban en las ciudades, sino en la pampa nortina", indica.

La cumbia entonces llenó esa carencia, convirtiéndose en la música "emblemática de nuestras celebraciones públicas y privadas", así como en “la banda sonora de gran parte de nuestra cotidianidad”, explica la musicóloga Eileen Karmy, del colectivo Tiesos pero Cumbiancheros. El ritmo se asentó así como protagonista de nuestras fiestas, quitándoles piso -literalmente- a la cueca, la tonada y el bolero.

Hasta mediados del siglo XX, pocos sabían de la cumbia fuera de la costa atlántica colombiana. Durante los 40 y los 50, el resto del continente se movía al ritmo del mambo y el chachachá, interpretados por grandes artistas internacionales (la Orquesta de Dámaso Pérez Prado, la Sonora Matancera de Cuba o la mexicana Yolanda "Tongolele" Montes).

Sin embargo, ninguno de dichos conjuntos tocaba cumbia, pues ésta no había sido difundida ni siquiera en su país de origen. Sólo se bailaba en remotas comunidades rurales afrocolombianas e indígenas, aunque, más que un solo ritmo, la palabra denominaba una serie de danzas diferentes -la puya, el porro y el bullarengue, entre otras-, practicadas en la fiesta ritual conocida como "cumbiamba".

Pero en la década de los 50, las orquestas elegantes de Colombia la incorporaron definitivamente a sus espectáculos. Con arreglos al estilo de las big bands estadounidenses, la cumbia fue poniéndose de moda entre las clases altas. El fenómeno fue validado por los círculos intelectuales, que intentaban reivindicar una cultura propia. "García Márquez, por ejemplo, escribió un artículo sobre el tema; por eso después compusieron para él Macondo y varias otras cumbias", agrega González.

Tras la Revolución en 1959 cesaron las giras de las orquestas cubanas, dejando así un vacío que los conjuntos colombianos aprovecharon para iniciar sus presentaciones en el exterior. Y poco después llegaron las grabaciones, producidas en las recién instaladas disqueras de Medellín. El estilo gustó en Chile, porque los jóvenes de la época "querían bailar algo diferente a lo de sus padres", explica Juan Pablo González.

Además, se afincaron aquí la cantante colombiana Amparito Jiménez, intérprete de la Pollera colorá, y el alegre bongosero venezolano Luisín Landáez. Al mismo tiempo, la cumbia incorporaba la batería y la guitarra eléctrica rocanroleras, originando canciones tan incombustibles como el contagioso Tiburón a la vista, del mexicano Mike Laure y sus Cometas.

Fue introducido aquí por la Sonora Palacios, que si bien le restó las complejidades rítmicas caribeñas, le sumó por otro lado las trompetas, el piano, el bajo eléctrico, la tumbadora los timbales y el platillo característicos de las sonoras cubanas. Interpretarlo en ese formato fue totalmente inédito: "Nadie antes había tocado cumbia con los instrumentos de la sonora", anota González.

A mediados de los 60 y con gran intuición, el percusionista José Arturo Giolito adoptó el ritmo, del cual se convirtió luego en todo un referente junto a su "combo". También lo cultivaron Pachuco y la Cubanacán; el ex integrante del conjunto Los Peniques Patricio Zúñiga, más conocido como Tommy Rey, y en los 70, Los Vikings 5 de Coquimbo.

Durante décadas, sin embargo, la cumbia estuvo ausente en los medios de comunicación -limitada a la celebración dieciochera o al abrazo de Año Nuevo-. "Sólo a fines de los 70 empezó a escucharse en la televisión; en el Festival de la Una, por ejemplo", recuerda Waldo Parra, profesor del Instituto Profesional Escuela Moderna.

Pero, aun ignorada por los medios, la cumbia ha reinado por décadas en los salones de fiesta. Mientras trabajaba como músico en el Casino de Viña durante los 80, Joe Vasconcellos recuerda que el público la exigía al terminar la noche: "Todos con la corbata en la cabeza, y métale cumbia".

Según Tiesos pero Cumbiancheros, el baile "ha sido un aspecto central y determinante" para su arraigo en Chile. Y, tal como sucedió con su música, su coreografía se simplificó, liberándose de pasos preestablecidos. Por eso todos pudieron practicarla.

Se habla actualmente de una "nueva cumbia chilena" surgida a inicios de los años 2000. Juan Pablo González indica que, en rigor, no se trata de un movimiento uniforme, y que el concepto fue acuñado más bien por la prensa. Aun así, muchos de los conjuntos de cumbia fundados durante la última década tienen características comunes: persiguen un carácter urbano e irreverente, e incorporan elementos del rock, del ska y del hip hop, entre otros. Los representantes más conocidos son Chico Trujillo, Juana Fe, Banda Conmoción y Villa Cariño. La incorporación de textos políticos en las letras es otro atributo de dichas agrupaciones. Pero, más que en sectores populares, las cumbias de tema contingente son favoritas entre los universitarios.

"Todos reinventan su mundo y cada uno es distinto del otro: el nuestro es un país de músicos sin pasado aparente, y eso es también patrimonial", dice Juan Pablo González.b


*Extracto del artículo publicado por la revista PAT Nº 56 de la Dibam.
Noticia extraída de http://www.latercera.com/noticia/cultura/2013/09/1453-543260-9-cumbia-a-la-chilena.shtml

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